Todos los bebés y niños de poca edad tienen
mocos con mucha frecuencia. Mayoritariamente esta secreción mucosa
se origina como defensa cuando por la nariz entran virus y bacterias. Es importante destacar pues, que los
mocos no son signo de que nuestro pequeño está enfermo, sino la evidencia de
una defensa del organismo frente a agentes infecciosos, que a través de la
mucosidad se eliminará hacia el exterior.
Otra razón de la aparición de mocos, mucho
menos habitual que la anterior, son las alergias.
El exceso de mucosidad en muchas ocasiones
suele dar tos por acumulación de moco en la garganta, lagrimeo y también dolor
de oídos. Esto último es debido
a que el oído medio y la parte posterior de la nariz están comunicados por un
pequeño tubo, la trompa de Eustaquio, que permite que el aire del exterior
entre en el oído medio. Este tubo, que se abre al tragar, ayuda a mantener una misma
presión de aire a ambos lados del tímpano. Por este mismo mecanismo, cuando hay
exceso de mucosidad, los mocos pueden pasar por la trompa de Eustaquio y
producir otitis.
La aparición de mocos, aunque se da en todas
las épocas del año, es más frecuente en otoño y cuando se
empieza la guardería y el colegio.
Los adultos, cuando tenemos mucosidad
abundante, disponemos de recursos para eliminarlos (sonarse, expectorar…) pero
los niños carecen de estos mecanismos y los acumulan, provocando que:
- Respiren
y coman mal.
- No
puedan succionar el biberón o traguen con dificultad.
- La
mucosidad provoca tos y náuseas, y a su vez vómitos.
- No
puedan chupar el chupete, que generalmente les calma.
- Rechacen
la comida porque se altera el sabor de los alimentos que ingieren.
- Duerman
inquietos porque al tumbarse se agrava la sensación de taponamiento.
La consecuencia final es un niño irritable,
que llora, con sueño, con hambre y que pierde peso.
Cómo combatir los mocos en niños pequeños.
1.
Hidratarlo: es necesario que el
niño beba líquido abundante, ya que fluidifica la mucosidad y hace que sea
mucho más fácil expulsar los mocos de la garganta y la nariz.
2.
Ambiente húmedo: la humedad ambiental
ayuda a la descongestión de las vías aéreas. Para ello el uso de
humidificadores es muy recomendable. Se utilizan humidificadores fríos
(ultrasónicos). Éstos producen una nebulización del agua a través de
vibraciones de muy alta frecuencia, son silenciosos, de muy bajo consumo y en
general una carga de agua permite cubrir una noche. Hay diversas marcas, pero
en definitiva el rendimiento es el mismo para todos los aparatos, y la elección
de uno u otro es más una cuestión de estética.
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3.
Aspiradores nasales: aspiran la mucosidad
nasal del pequeño y destapan la nariz con un simple dispositivo que crea una
pequeña presión negativa y arrastra el moco.
4.
Lavado nasal: se puede utilizar
suero fisiológico en monodosis o sprays nasales con agua de mar. Existen
diversas marcas que ofrecen distintas opciones de presión de salida del agua y
también mayor o menor concentración de sal.
Finalmente señalar que es recomendable en
estas circunstancias ofrecer comida frecuentemente y en
poca abundancia ya
que la congestión dificulta respirar con libertad, y tragar o succionar se hace
más difícil.
En Farmacia
Morales, tenemos a tu disposición todo tipo de humidificadores,
aspiradores nasales y sprays de lavado, y te podremos aconsejar la mejor
estrategia para tu pequeñín y qué productos pueden ser los más adecuados. ¡Ven a vernos!
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