lunes, 29 de junio de 2015

La nutrición y el sistema inmunológico


Cualquier desequilibrio nutricional afecta a la competencia del sistema inmunitario en mayor o menor medida. Las enfermedades crónicas asociadas con hábitos de vida modernos están, por lo general, relacionadas con un mal funcionamiento del sistema inmunológico. El primer eslabón en este campo son los inmunonutrientes, pero el desarrollo de los alimentos funcionales ha abierto nuevas posibilidades.
El estudio de la relación entre el estado nutricional y el sistema inmunitario es un tema complejo. Se puede considerar el déficit nutricional como una causa primaria del déficit inmunitario, ya que este se ve modificado en todas sus facetas.
Se ha observado una relación directa entre la alteración de la respuesta inmunitaria y la reducción de la ingesta de micronutrientes. Por otra parte, el aporte excesivo de determinados micronutrientes se asocia con valores de análisis inmunológicos alterados.
Asimismo, se ha demostrado que las pruebas de inmunocompetencia son útiles para valorar tanto las necesidades fisiológicas como la seguridad de los aportes en micronutrientes. Además, el grado de inmunocompetencia está relacionado con el tipo de nutriente implicado, sus interacciones con otros nutrientes esenciales, la gravedad del déficit, la presencia de enfermedades concomitantes y la edad del sujeto.
El concepto de nutrición, entendido como la administración de calorías, proteínas y oligoelementos para mantener la función del organismo, ha pasado a la historia.
Los alimentos se componen de nutrientes que no solo se entienden como aquellas sustancias asimilables que permiten al organismo obtener energía, construir y reparar tejidos y regular los procesos metabólicos, sino que son sustancias, además, capaces de incidir en las funciones fisiológicas del individuo como el sistema inmunitario jugando un papel fundamental en el campo de la prevención de enfermedades.

Inmunonutrientes

La inmunonutrición en un sentido estricto se entiende como la administración de determinados nutrientes o fármaconutrientes mediante la conformación de las llamadas dietas organoespecíficas.
La administración es enteral o parenteral y se dirige a pacientes politraumatizados, en terapia intensiva o con cáncer de tubo digestivo. Se trata de mejorar el estado nutricional del paciente y la respuesta inmunológica.
Los inmunonutrientes propiamente dichos se utilizan en la inmunomodulación, manteniendo el buen funcionamiento del epitelio intestinal y del tejido linfoide asociado al intestino, y mejorando la función de las células T.
Los principales inmunonutrientes que se conocen son: la glutamina, la arginina, los ácidos grasos omega-3 y los ácidos nucleicos. Sus efectos se recogen en la tabla 1.
Tabla 1. Efectos de los inmunonutrientes
Inmunonutriente
Efecto
Arginina
·         Antihipertensivo
·         Mejora la cicatrización y la espermatogénesis
·         Aumenta la perfusión miocárdica, el flujo cerebral, las capacidades cognoscitivas y la perfusión a áreas isquémicas
Glutamina
·         Aumenta la resistencia a las infecciones
·         Reduce los días de estancia hospitalaria
·         Mejora la supervivencia en pacientes sometidos a terapia intensiva
Ácidos grasos omega-3
·         Disminuyen los índices de infarto miocárdico y la aterosclerosis
·         Mejoran la nefropatía por IgA, el lupus eritematoso sistémico, la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria intestinal y la diabetes
Nucleótidos
·         Promueven la síntesis de ARN y ADN para los compuestos transportadores de energía
·         Promueven el crecimiento de la flora bacteriana normal

Alimentos funcionales

Se definen los alimentos funcionales como aquellos que poseen la característica singular de que alguno de sus componentes, sea o no nutriente, afecta a funciones diana del organismo de manera específica y positiva y promueve un efecto fisiológico o psicológico más allá de su valor nutritivo tradicional. En este sentido, los alimentos funcionales pueden actuar modulando el sistema inmunológico y, por tanto, pueden tener un papel en la inmunonutrición. La tabla 2 recoge las características principales de los alimentos funcionales.
Tabla 2. Efectos de los inmunonutrientes
·         Se crean para conseguir algún beneficio extra, por eliminación, reducción, incremento o adición de algún componente.
·         Una vez ingeridos, deben producir en el organismo una función específica que permita la regulación de algún proceso corporal concreto: reforzar los mecanismos biológicos de defensa, prevenir alguna enfermedad específica, controlar las condiciones físicas y mentales, retrasar los procesos de envejecimiento y facilitar la recuperación de alguna enfermedad concreta.
·         Son, en general, alimentos clásicos que llevan incorporados, sustituidos o modificados determinados componentes o ingredientes, siempre con un claro efecto beneficioso para la salud.
·         Deben consumirse en las cantidades normales que cabría esperar en la dieta, con el fin de complementar la función nutritiva de ésta.
·         Su presentación es siempre la de un alimento, sin modificar sus características esenciales.
·         Se destinan a la población general que desea preservar y potenciar la salud.
En el sistema inmunitario, los alimentos funcionales actúan mejorando el ecosistema intestinal, influyendo tanto en la macrobiota como en el sistema inmunológico asociado a la mucosa intestinal.
Un alimento funcional puede ser un alimento natural o modificado, o una combinación de ambos.
Entre los ingredientes principales de este tipo de alimentos encontramos: fibra dietética, oligosacáridos, azúcares-alcohol (sorbitol, lactitol, maltitol), péptidos y proteínas, carotenoides, polifenoles, vitaminas, lecitinas, colina, minerales, ácidos grasos poliinsaturados, fitoestrógenos, ácido fítico, glucosinatos, bacterias acidolácticas o probióticos, y prebióticos.

Autor: Redacción
Referencias: Adaptado de “La incidencia de la nutrición en el sistema inmunológico” por María Rafaela Rosas (Licenciada en Farmacia y en Ciencia y Tecnología de los Alimentos). Artículo original publicado en el nº 41 de la revista Innova (octubre 2014).


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